Escuelas Pre-escolares en Turkana |
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"Cubrimos los derechos básicos de poblaciones infantiles vulnerables para devolverles su dignidad y para que vayan alcanzando, poco a poco, autonomía e independencia." Ana Sendagorta.
El objetivo de estos 11 centros preescolares o escuelitas, es mejorar las condiciones de vida de más de 2.100 niños menores de siete años, luchando contra su desnutrición y promoviendo su educación.
Los Turkana son una tribu de pastores nómadas que se asientan al norte de Kenia, muy cerca de la frontera con Sudán del Sur, una zona desértica azotada por las sequías y la hambruna. La malnutrición afecta a 1 de cada 4 niños.
Las Escuelitas de Turkana agrupan 11 centros pre-escolares que gestionan las Hermanas Misioneras Sociales de la Iglesia con el apoyo de la Fundación Pablo Horstmann. En ellas, 2.100 niños de entre 2 y 7 años reciben diariamente dos comidas, educación, uniforme, material escolar y atención sanitaria.
En 2007 la Fundación financió la construcción y el mantenimiento de la primera escuelita, Kaeris, y posteriormente en 2009 de la Escuela Kangarukia. En 2011 se hizo cargo de la alimentación de las otras diez escuelitas y desde 2015 asumió la financiación de todo el proyecto. En los últimos años también ha costeado la construcción de dos escuelas más, Sasame y Nadunga, los vallados de cinco de ellas y varias letrinas.
Con la ayuda de Manos Unidas se han adaptado nueve cobertizos para usarlos como aulas escolares y reparado cuatro pozos.
Para paliar las frecuentes emergencias alimentarias, la Fundación organizó su primera campaña de lucha contra la malnutrición en 2011 y ha repetido otras con la colaboración de Manos Unidas en 2017, 2020 y 2022.
¿QUÉ RECIBEN LOS 2.100 ALUMNOS?
- Dos comidas diarias, de lunes a sábado. Hemos logrado un importante descenso de la malnutrición: del 25% en la población infantil del condado al 10% de los niños que acuden a nuestros centros. Nuestro principal objetivo es erradicarla, enriqueciendo la dieta y, sobre todo, formando a los padres para que comprendan que la malnutrición retrasa el desarrollo físico y cognitivo de sus hijos y deja graves secuelas irreversibles en ellos. Secuelas que evitan enviándolos a la escuela con regularidad en lugar de dedicarles al pastoreo y a las tareas domésticas.
- Una educación que les permite acceder a la Escuela Primaria. En las escuelitas aprenden inglés y suajili -los idiomas oficiales de Kenia-: sólo así podrán superar la barrera idiomática que les impide cursar estudios de Primaria. Antes de que este proyecto se pusiese en marcha, tan solo un 17 % de los niños turkana estaba escolarizado. Ahora un 65% lo consigue. El Gobierno de Kenia, al ver que tenían la preparación adecuada, fue edificando Escuelas de Primaria junto a nuestros centros preescolares. Nuestro objetivo actual es que cada vez más niños, ¡y niñas!, accedan a la enseñanza pública.
- Uniformes y material escolar. El uniforme que reciben una vez al año es muchas veces el único vestido que tienen.
- Atención sanitaria (vacunas, desparasitaciones, vitaminas, etc.) y cuidado de su estado nutricional por medio de una Clínica Móvil que visita todas las escuelitas cada tres semanas. Esta Clínica Móvil también atiende a la población general, derivando a los pacientes graves al centro hospitalario más próximo y contribuyendo, por ejemplo, a paliar los efectos de la malaria ya que cuenta con tests rápidos para detectarla.
Los profesores también reciben formación gracias a una misionera especializada en Educación Infantil, la hermana Keziah, que les ayuda a conocer mejor el plan educativo oficial, apoyándoles y controlándoles para que alcancen los objetivos previstos.
Las escuelitas se han convertido en el motor de desarrollo y progreso más relevante de los pequeños poblados turkanas y son el punto desde donde se pueden vertebrar iniciativas comunitarias.
COMITÉS DE PADRES: LA PARTICIPACIÓN Y EL COMPROMISO DE TODOS
Los comités de padres se ocupan voluntariamente del funcionamiento diario de las escuelitas: de la seguridad, del almacén, llevar la leña para cocinar y preparar las comidas, de mantener limpias las aulas, del buen funcionamiento de los pozos o del aprovisionamiento de agua cuando estos se secan. Estos comités, y las reuniones quincenales que mantienen, contribuyen a que la comunidad sienta que las escuelitas son algo suyo, algo propio, y son un ejemplo de la participación y el compromiso de todos.
Los Turkana agradecen de manera muy expresiva este apoyo y reciben con gran alegría las iniciativas que la Fundación impulsa para mejorar poco a poco las condiciones de vida de los niños.
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